Por: Geobanys Valle
Fecha: 12 de abril del 2017
Compartió conmigo hace poco un buen
amigo, que al igual que yo tiene hecho Oshún, sus impresiones de por qué los
hijos de Oshún pasamos tanto trabajo en el amor. He crecido escuchando que las
principales dificultades que pasan los hijos de Yalodde están vinculadas
precisamente con el más sublime de los sentimientos: el citado Amor; e incluso,
se dice que por lo general los hijos de Oshún terminan solos. Vista esta
situación desde el prisma que identifica a Oshún como la magna diosa del amor,
pues, parece entonces una real contradicción.
Oshún representa en el panteón yoruba la
sensualidad, el erotismo, la belleza femenina, la coquetería, la gracia, la
zalamería, el encanto y es mundialmente reconocida como la orisha dueña del
amor, los ríos y riquezas. Se dice que los hijos de Oshún hemos nacido para ser
reyes y reinas en la tierra a pesar de las vicisitudes que pasamos. Al adoptar
esta idea y asumirla en la realidad de casi todos los hijos e hijas de Yalodde,
podemos decir entonces que los Olo Oshún lo pueden tener prácticamente todo en
la vida: dinero, sensualidad, belleza, encanto, coquetería, fascinación…. salvo
una cosa: el amor.
Decía ese buen amigo santero, hijo
también de la Oshún Ibu Kolé, que a su modo de ver a nosotros los hijos de los
orishas nos corresponde o nos tocará asimilar y reproducir en nuestras vidas
determinadas acciones o elementos que identifican a nuestros orishas tutelares
respectivos, y, por supuesto, en eso coincido. Es así como podemos encontrar a
hijos de Shangó tan similar en su conducta como lo fuese en vida el orisha:
mujeriegos, prepotentes, enérgicos, fuertes, soberbios, fiesteros; los hijos de
Yemayá son como Yenya: maternales, hospitalarios, sociables; y los hijos de
Oggún representan en su actitud las características típicas de esta deidad: la
rudeza, la fiereza, la laboriosidad, el aislamiento, o el poco interés o
preocupación con lujos a la hora de vestir o vivir.
Con Oshún, como ya he dicho, sucede muy
similar. Lo que me resulta muy difícil de comprender aún es la razón de por qué
los hijos de Cachita tenemos casi todo en la vida, y pasamos aun así tantas
dificultades en el amor. ¿Será como la canción de Descemer Bueno con Jorge
Villamizar y El Chacal, que dice que “el problema es el amor, que parece tan
difícil”? No lo creo.
Antes asumía que Oshún fue una mujer,
bella entre las bellas, que a pesar de todas las vicisitudes que tuvo que
afrontar en la vida, lo tuvo casi todo, pues fue y es Reina. Sin embargo, si
algo no tuvo fue el gran amor de su vida: Shangó. Y justificaba en el hecho de
que Oshún lo había tenido casi todo menos el amor la razón de por qué esta
situación es tan similar en sus hijos e hijas.
De hecho, pudiera decir que si una
orisha estuvo con muchos amantes dentro de la Regla de Osha fue Yalodde, quien
llegó amar y fue amada sin tener ambas cosas a la vez, como marca un refrán de
Iroso Oddí. Digamos que Oshún estuvo con Oggún, Babalú Ayé, Obatalá, Oduduwá,
Oshosi, fue y es la apetebi (esposa favorita) de Orula, su esposo legítimo fue
Aggayú Solá, el primer amor de su vida no correspondido fue Inle, y el gran
amor de su vida, que tuvo compartido, fue Shangó. Y aunque hasta fue
profundamente amada por su hermana mayor, Yemayá, al extremo de que
archiconocidos fueron los sacrificios hechos por Yenya en su favor, quien le
entregó el reino del río, las riquezas y el oro; como ya he dicho tantas veces
Oshún no lo tuvo todo.
Oshun con Oshosi
Empecemos por la historia de Inle. Hay un
pataki que cuenta que desde que Oshún vio a Inle, el orisha que posee una
belleza masculina tan perfecta como la suya, quedó perdidamente enamorada. Pero,
Inle solo podía amar a las ninfas de la floresta, y como Oshún era del agua
dulce, tuvo que disfrazarse de ninfa de la floresta para poder seducir al
hermoso Inle. Cuando este descubrió su artimaña, no dudó en abandonarla
embarazada del hijo perdido de Oshún, Logún Ede, al extremo de que fueron
muchísimos los trabajos que pasó Oshún con Inle, pues este nunca se ocupó ni de
su mujer ni de su hijo. Por lo que este sería el primer amor frustrado de la
diosa.
Oshosi, compadre de Inle, se compadeció
de las desgracias que esta pasaba y se enamoró de ella, la hizo su mujer, crió
a su hijo Logún Edé como si fuese suyo, pero Oshún no llegó a corresponderle
realmente en el sentimiento.
A su hermana Yemayá, que tanto amor le
profesaba, traicionó en cierta ocasión, según cuenta otro patakí. Pues sucedió
que la Ashabá estaba casada con Orula, pero este terminó perdidamente enamorado
de Oshún Ololodí, a quien sedujo y logró conquistar llegando a realizar el acto
sexual en un calabazar donde Yemayá los sorprendió, razón que hizo después que
Oshún repudiara a la calabaza y explica el por qué los hijos e hijas de Yalodde
no debemos ni comer, ni picar, ni comprar, ni regalar la calabaza. Después de
esa mala acción, Oshún no tuvo más remedio que casarse con Orula, llegando a
convertirse en su akpeteví o esposa preferida.
A Azowano tuvo que aguantarle disímiles
engaños con otras mujeres, lo que le costó la vida al orisha por una enfermedad
venérea que contrajo. Y como Olofi no escuchó ninguno de los ruegos de otra
mujer que no fuese Oshún para devolverle la vida, esta pidió que después de la
resurrección de Babalú Ayé este fuese un hombre solamente para ella.
Pero el amor más sonado de Oshún fue,
sin dudas, el idilio que mantuvo con Shangó. Ellos fueron y aún son los amantes
más perfectos del mundo, quizás por lo similar que resultan entre sí. A Changó
llegó a amar desmedidamente la diosa, sin tener un sentimiento recíproco a su
favor, pues ella tuvo que conformarse en compartir al amor de su vida con otras
dos mujeres bellas y fuertes, rivales invencibles: Oyá y Obba. Se dice que con Changó
ella atravesó los más tristes vejámenes, y vivió una situación deprimente al
este no amarla ni corresponderla como ella anhelaba, y aunque Oshún terminó
convirtiéndose prácticamente en su esclava (razón que explica por qué las hijas
de Oshún al final terminan dominadas por el marido o los hijos), hay que decir
que fueron las desatenciones de Changó lo que condujo a Oshún para que se
fijara en otro hombre y lo traicionara con Oduduwá Abeyi.
Por amor perdió sus riquezas, pues se
cuenta que la bella Oshún llegó a despertar el interés de tantos hombres a los
que no correspondió que se vio amenazada de muerte, y por esta razón tuvo que
abandonar su palacio y riquezas, pasando desde entonces tantas dificultades en
la vida que la llevó a vender su cuerpo sin amor para poder mantenerse, tuvo
que vender su ropa, manchó de amarillo su único vestido blanco de tanto lavarlo
en las riberas del río, y perdió el gran orgullo que era su cabellera larga al
cortársela para también comerciar con su pelo. Hasta que desde el mar Yemayá
escuchó todos sus lamentos, decidió olvidar el disgusto que había tenido con su
hermana menor, y como máxima expresión del perdón le entregó entonces el río,
las riquezas, y la convirtió nuevamente en la Reina que hasta el día de hoy es.
Por otra parte estuvieron los
sacrificios que la diosa tuvo que afrontar por amor. Se dice que no hay Oshún
sin Oyá, ni Oyá sin Oshún, y eso tiene su explicación. Oshún es la menor y más
consentida de las orishas femeninas del panteón yoruba; pero en un patakí se
cuenta que Yemayá, como hermana mayor, tenía que trabajar fuera de la casa
largas horas al día para poder mantener a sus hermanas menores: Oshún y Oyá. Sucedió
que en cierta ocasión Oyá se escapó y al alejarse del pueblo terminó siendo
secuestrada por una banda de malhechores. Al saber Oshún de las proximidades
por la región de los bandidos y como no encontraba a su hermana Oyá por ningún
lado salió célere en su búsqueda, hasta que terminó encontrándola aprisionada
por los bárbaros que le propusieron a Oshún un tributo elevado a pagar cambio
de la libertad de Oyá. Como Oshún no contaba con esa fortuna demandada para
salvar a su hermana, acordó con el jefe de los malhechores pagarle con lo más
preciado que ella tenía en ese momento: su cuerpo, y fue así, de esa manera,
que Oshún perdió su virginidad para salvar a su hermana Oyá, con un hombre que
no conocía ni para nada era de su agrado. Esa fue después la razón que hizo que
a Oshún se le sacrifiquen chivos capones.
Otro patakí cuenta que cuando Oggún se
internó en el monte, ningún orisha podía sacarlo, hasta que Oshún decidió
ayudar para sacar a Arere de la manigua. Con su gracia y zalamería, untó su
cuerpo en miel y valiéndose de sus encantos logró sacar a Oggún del monte, algo
que no hizo específicamente por amor sino para ayudar a los orishas que querían
salvar a Oggún e integrarlo en cierto sentido a la sociedad, por decirlo de
alguna manera; aunque después Oggún quedó verdaderamente prendado de ella, a
tal extremo que las dos causas fundamentales que convirtieron a Oggún y a
Changó en enemigos acérrimos fue el amor de Oyá y el amor de Oshún, mujeres que
ambos habían compartido indistintamente.
A la humanidad la salvó del diluvio
convertida en un aura tiñosa, en su camino de Oshún Ibu Kolé, cuando nadie
podía hacer nada por los hombres y mujeres y por la vida en la tierra. Ella llegó
ante Olofi como Kolé, y desde entonces en esta religión el aura tiñosa se
considera sagrada. Esta acción la hizo por amor a la humanidad, sin embargo,
aún la ikolé es un ave que en muchas ocasiones se desprecia por su aspecto.
O sea, indiscutiblemente el amor ha sido
algo que siempre estuvo presente en la vida de Oshún, solo que no de la mejor
manera. Por amor sufrió, sin amor vivió, y eso es algo que parece condenar a
sus hijos e hijas en esta tierra, aunque no sea en todos los casos.
Lo importante es amar sin esperar nada a
cambio. Y no perder la fe, de que quizás todo sea una suposición y que en
cualquier momento de nuestras vidas nuestra madre tocará nuestra puerta con ese
genial y grandísimo sentimiento que mueve al mundo: el amor, que nos llegara en
la pareja, en los hijos, en nuestros padres, en la familia, en nuestros amigos,
en nuestros vecinos… en nuestros santos y en nuestros espíritus protectores.
Oshún Oñí Funké
Olo Oshún Ibu Kolé
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